Los dos miedos básicos del ser humano son: creer que lo que está ocurriendo solo me pasa a mí, y el segundo es el pensar que todo esto va a durar para siempre, que no hay solución. Esos miedos forman parte también de las trampas de la mente y que, si no se soluciona la raíz del problema, tampoco habrá solución para el inconveniente del momento.
No abandones la lucha por tu equilibrio
La principal fuente de preocupación dependerá de la importancia que se le dé a los factores que ya hemos mencionado y también de la fuerza que éstos adquieran, lo cual alimenta otros miedos o te permitirán aprender de ti mismo. El miedo es una programación prestablecida en el cerebro, nos ayuda a protegernos del peligro: a evadirlo; pero también es la oportunidad perfecta para echar mano de todo coraje y voluntad que exista en nosotros. Por el miedo a sufrir se adquiere la voluntad de superar, por el miedo a perder, se crea el impulso de ganar. Por el temor a la muerte, se comienza a luchar por sobrevivir. Te beneficiará siempre que sepas mantener un sano equilibrio entre emociones negativas y positivas.
Es indispensable identificar a qué le tienes miedo
El equilibrio te ayudará a identificar la razón de tu sufrimiento. No es lo mismo padecer de alguna fobia que tener miedo. Este último es la sensación de que algo va a salir mal o de que una situación me va a perjudicar; el miedo es un impulso y a la vez un motivo que frena y destruye posibilidades. Las fobias se refieren a algo que la mente no concibe ni puede interpretar y que causa pánico desmedido. Conocer lo que causa el miedo, permite establecer parámetros de comportamiento y acciones para enfrentarlo, pero para vencer al miedo, hay que tomar la decisión de dejarlo a un lado, y esto se logra restándole importancia a esa posibilidad de que la situación resulte en tu contra. Enfrentar el miedo puede significar la diferencia entre ser feliz o quedarse atrapado en el pensamiento y dejar de crecer como persona.
No dejes que el miedo te paralice
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