
Toda persona en el mundo es diferente entre sí, inclusive hermanos gemelos idénticos no son iguales en personalidad o forma de ser. Pero ¿Qué nos hace diferente? Existen muchos factores nace con nosotros, la herencia, las experiencias que vivimos, como nos tratan nuestros padres, hermanos, amigos, etc. Algunas diferencias nos dan características especiales.
Muchos habrán escuchado sobre como algunas personas tienen habilidad para cantar, o para tocar el piano, o escribir, diseñar, facilidad para las matemáticas y múltiples cosas. Cuando esas habilidades se orientan a un mejor desempeño laboral se les llama competencias.
Pero estas competencias tienen que ser observables y medibles. Existen diccionarios elaborados con el propósito de explicar cada competencia laboral y como reconocerla y a su vez saber si la persona la tiene en alto o bajo grado. No todos podemos ser competentes en todo. Por ejemplo, la competencia “facilidad para relacionarse con otras personas” sería muy apropiada que la tenga un vendedor, porque su trabajo es relacionarse con otras personas, un vendedor que no tiene esta competencia no sería muy bueno, pero imagínense a una persona cuyo trabajo es analizar datos estadísticos todo el día y que su interacción con otras personas en el trabajo es casi nula, si tuviera esta competencia alta, estaría saliendo de su área buscando relacionarse con otras personas y dejaría su trabajo descuidado.
El problema radica precisamente cuando al elegir una carrera no sabemos o conocemos cuales son nuestras competencias, simplemente la elegimos porque “está de moda” o “es el negocio familiar” o “quise estudiar algo pero como no pude, estudie lo más parecido”. En esos casos encontramos personas trabajando en algo que no son felices. En el ejemplo anterior, imagínense a ese vendedor que no tiene facilidad para relacionarse con otras personas, le resultaría sumamente difícil tener que todos los días hablar con personas, probablemente haya aprendido a usar técnicas y herramientas, pero no se sentirá feliz. Del mismo modo, ese analista sintiéndose aislado y frustrado revisando datos todo el día, cuando lo que quiere es salir y hablar con otras personas, darles su opinión de algo y compartir experiencias.
Es por ello, que hay que reflexionar mucho sobre lo que estás haciendo y pensar, ¿soy feliz aquí? ¿Estoy dando el 100%? O de repente sería más feliz cocinando mis deliciosas galletas y vendiéndolas a la gente. Hay tantos casos de gente que luego de vivir una vida en un trabajo que nunca le gusto encuentra su verdadera vocación. Nunca es tarde.
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