Uno de los libros que más he disfrutado leer en mi vida no sólo por entretenimiento sino por aprendizaje ha sido "El Mundo de Sofía" de Jostein Gaarder; leer este libro era y es disfrutar amenamente de la historia de la Filosofía.
El personaje principal de esta novela es una niña llamada Sofía que va aprendiendo Filosofía mediante el relato de un maestro filósofo ( Alberto Knox); Sofía va aprendiendo de Alberto sobre la
Filosofía Occidental, primero en forma anónima y luego en persona, en medio de una serie de hechos que se suceden en el entorno de Sofía.
Hacen un largo recorrido por todas las teorías y pensamientos de los filósofos y pensadores desde la antiguedad hasta la época moderna, desde Tales hasta Sigmund Freud, pasando por Demócrito,
Socrates, Platon, Aristóteles,Jean Paul Sartre etc.
Sofía descubre postales de un hombre noruego que está en el Líbano, el cual trabaja en la ONU, a su hija, la cual se llama Hilde. A la vez, descubre objetos que pertenecen a Hilde (bufanda,
moneda, etc.).
Sofía está muy confundida, no lo soporta más, ocultarle todo a las personas que quiere. Primero le cuenta a su amiga Jorunn y luego, mientras aprende sobre la época barroca le cuenta algunas
cosas a su madre .
Al final tanto Sofía y Alberto descubren que no son más que personajes del padre de Hilde (Albert Knag) quien vendría a ser como una especie de Dios para ellos, ese descubrimiento se produce a
raíz de que el día de cumpleaños de Sofía que es el mismo día que el de Hilde, ésta última recibe un libro titulado "El Mundo de Sofía".
Sofía y Alberto hacen un plan para tener voluntad y escapar del manejo del papá de Hilde, les queda una semana y en ese tiempo les suceden hechos extraños con personajes animados, al final
concluyen que ya no estarán pero que de algún modo existirán eternamente... y tenían razón.
De esa excelente novela la parte que más me gusto es la forma didáctica en que Alberto le enseña a Sofía sobre Platón, aqui esa parte del texto:
La Academia de Platón
¡Que bien lo pasamos juntos, Sofía! En
Atenas, quiero decir. De
esa forma, al menos, me he presentado. Como
también te
presenté a Platón, podemos ir directamente
al grano.
Platón(427-347 a. de C.) tenía 29 años
cuando a Sócrates le
obligaron a vaciar la copa de veneno. Era
discípulo de Sócrates
desde hacía mucho tiempo, y siguió el
proceso contra éste muy
de cerca. El hecho de que Atenas fuera capaz
de condenar a
muerte a su ciudadano más noble, no sólo le
causó una
hondísima impresión, sino que decidiría la
dirección que tomaría
toda su actividad filosófica.
Para Platón, la muerte de Sócrates
constituía una clara expresión
del contraste que puede haber entre la
situación fáctica de la
sociedad y lo que es verdadero o ideal. La
primera acción de
Platón como filósofo fue publicar el
discurso de defensa de
Sócrates. En el discurso se refiere a lo que
Socrates dijo al gran
jurado.
Te acordarás de que el propio Sócrates no
escribió nada. Muchos
de los filósofos presocráticos sí habían
escrito, el problema es
que la mayoría de esos escritos se ha
perdido. En lo que se
refiere a Platón, se cree que se han
conservado todas sus obras
principales. (Aparte del discurso de defensa
de Sócrates, Platón
escribió una colección entera de cartas, y
treinta y cinco
diálogos filosóficos).
El hecho de que estos escritos hayan sido conservados se debe,
en gran parte, a que Platón fundó su propia escuela de filosofía
fuera de Atenas. La escuela estaba situada enuna arboleda que
debía su nombre al héroe mitológico griego Academo.
Por lo tanto, la escuela de filosofía de Platón adquirió
el nombre de Academia. (Desde entonces se
han fundado miles
de «academias» por todo el mundo. Incluso
hoy hablamos de los
«académicos» y de «materias
académicas».)
En la Academia de Platón se enseñaba
filosofía, matemáticas y gimnasia. Aunque «enseñar» no sea, quizás,
la palabra adecuada, ya que también en la Academia de Platón
la conversación viva era lo más importante. Por lo tanto, no
es una casualidad que el diálogo llegara a ser la forma escrita
de Platón.
Lo eternamente verdadero,
lo eternamente hermoso y lo
eternamente bueno.
Al principio de este curso de filosofía te
dije que, a menudo,
resulta muy útil preguntarse a uno mismo
cuál es el proyecto de
un determinado filósofo. De modo que ahora
pregunto: ¿qué era
lo que a Platón le interesaba averiguar ante
todo?
Resumiendo mucho, podemos decir que a Platón
le interesaba la
relación entre lo eterno y lo inalterable,
por un lado, y lo que
fluye, por el otro. (¡Es decir, exactamente
igual que a los
presocráticos!) Luego dijimos que los
sofistas y Sócrates
abandonaron las cuestiones de la filosofía
de la naturaleza, para
interesarse más por el ser humano y la
sociedad. Sí, eso es
verdad, pero también los sofistas y Sócrates
se interesaban, en
cierto modo, por la relación entre lo eterno
y lo permanente, por
un lado, y lo que fluye, por el otro. Se
interesaron por esta
cuestión en lo que se refiere a la moral de
los seres humanos, y a
los ideales o virtudes de la sociedad. Muy
resumidamente, se
puede decir que los sofistas pensaban que la
cuestión de lo que
es bueno o malo, es algo que cambia de
ciudad en ciudad, de
generación en generación, es decir que la
cuestión sobre lo
bueno y lo malo es algo que «fluye».
Sócrates no podía aceptar
este punto de vista, y opinaba que había
unas reglas totalmente
básicas y eternas para lo que es bueno y lo
que es malo.
Mediante nuestra razón podemos, todos los
seres humanos,
llegar a conocer esas normas inmutables,
pues precisamente la
razón de los seres humanos es algo eterno e
inmutable.
¿Me sigues, Sofía? Estamos llegando a
Platón. A él le interesa lo
que es eterno e inmutable en la naturaleza y
lo que es eterno e
inmutable en cuanto a la moral y la
sociedad. De hecho, para
Platón, estas son una misma cosa. Intenta
captar una propia
«realidad» eterna e inmutable. Y, a decir
verdad, precisamente
para eso tenemos a los filósofos. No están
para elegir a la chica
más guapa del año, ni los tomates más
baratos del jueves (razón
por la cual no son siempre tan
famosos).
Los filósofos suelen fruncir el ceño ante
asuntos tan vanos y tan
«de actualidad»· Intentan señalar lo que es
eternamente
«verdadero», eternamente «hermoso», y
eternamente «bueno».
Con esto tenemos, al menos, una vaga idea
del proyecto
filosófico de Platón. A partir de ahora,
miraremos las cosas una
por una. Intentaremos entender un
razonamiento que dejó
profundas huellas en toda la filosofía
europea posterior.
El mundo de las ideas
Tanto Empédocles como Demócrito habían
señalado que todos
los fenómenos de la naturaleza fluyen, pero
que sin embargo,
tiene que haber “algo” que nunca cambie “las
cuatro raíces de
todas las cosas” o “los átomos”. Platón
sigue este planteamiento,
pero de una manera muy distinta.
Platón opinaba que todo lo que podemos tocar
y sentir en la
naturaleza fluye. Es decir, según él, no
existen unas pocas que no
se disuelven. Absolutamente todo lo que
pertenece al mundo de
los sentidos está formado por una materia
que se desgasta con
el tiempo. Pero, a la vez, todo está hecho
con un eterno e
inmutable.
¿Lo entiendes? Ah, ¿no...?
¿Por qué todos los caballos son iguales,
Sofía? A lo mejor piensas
que no lo son en absoluto. Pero hay algo que
todos los caballos
tienen en común, algo que hace que nunca
tengamos problemas
para distinguir un caballo de cualquier otro
animal. El caballo
individual «fluye», claro está. Puede ser
viejo, cojo, y, con el
tiempo, se pondrá enfermo y morirá. Pero el
«molde de caballo»
es eterno e inmutable.
Esto quiere decir que, para Platón, lo
eterno y lo inmutable no es
una «materia primaria» física. Lo que es
eterno e inmutable son
los modelos espirituales o abstractos, a
cuya imagen todo está
moldeado.
Déjame precisar: los presocráticos habían
dado una explicación,
más o menos razonable, de los cambios en la
naturaleza, sin
tener que presumir que algo «cambia» de
verdad. En medio del
ciclo de la naturaleza, hay algunas partes
mínimas que son
eternas e inmutables y que no se disuelven,
pensaban ellos ¡Muy
bien, Sofía! Digo muy bien, pero no podían
explicar cómo estas
«partes mínimas», que alguna vez habían sido
las piezas para
construir un caballo, de pronto pueden
juntarse para formar un
«caballo» completamente nuevo, unos tres o
cuatrocientos años
más tarde. O formar un elefante, por usar
otro ejemplo, o un
cocodrilo. Lo que quiere decir Platón es que
los átomos de
Demócrito nunca pueden llegar a convertirse
en un «cocofante»
o un «eledrilo». Precisamente, esto fue lo que
puso en marcha su
reflexión filosófica.
Si ya estás entendiendo lo que quiero decir,
puedes saltarte este
apartado. Para estar seguro, voy a precisar:
tienes una serie de
piezas del lego y construyes con ellas un
caballo. Luego lo
deshaces y vuelves a meter las piezas en una
caja. No puedes
esperar que surja un caballo completamente
nuevo con sólo
sacudir la caja que contiene las piezas.
¡Cómo iban a poder las
piezas arreglárselas por su cuenta para
volver a convertirse en
caballo!
No, eres tú la que tienes que volver a construir el caballo, Sofía.
Y lo logras gracias a una imagen que tienes en tu cabeza
del aspecto del caballo.
Es decir: el caballo de lego está moldeado según un modelo que
queda inalterado de caballo en caballo.
¿Solucionaste lo de las cincuenta pastas
idénticas? Supongamos
que caes al mundo desde el espacio y que
jamás has visto una
pastelería. De repente, te topas con una de
aspecto tentador, y
ves, sobre un mostrador, cincuenta pastas
idénticas. Supongo
que te habrías roto la cabeza, preguntándote
cómo era posible
que fueran todas idénticas. Sin embargo
puede ser que alguna de
ellas careciera de algo que tuvieran las
demás. Si eran figuras,
puede que a una le faltara un brazo y a otra
un trozo de cabeza, y
que una tercera tuviera, a lo mejor, un
bulto en la tripa. Tras
pensarlo detenidamente, llegarías, no
obstante, a la conclusión
de que todas las pastas tenían un
denominador común. Aunque
ninguna fuera totalmente perfecta, se te
ocurriría pensar que
deben de tener un origen común. Te darías
cuenta de que todas
las pastas están hechas con el mismo molde.
Y hay más Sofía,
hay algo más: ahora tendrás un fuerte deseo
de ver ese molde.
Esto quiere decir que, para Platón, lo
eterno y lo inmutable no es
una «materia primaria» física. Lo que es
eterno e inmutable son
los modelos espirituales o abstractos, a
cuya imagen todo está
moldeado. Esto quiere decir que, para
Platón, lo eterno y lo
inmutable no es una «materia primaria»
física. Lo que es eterno e
inmutable son los modelos espirituales o
abstractos, a cuya
imagen todo está moldeado.
Si lograste solucionar este problema por tu
cuenta, entonces
solucionaste un problema filosófico
exactamente de la misma
manera que Platón. Como la mayoría de los
filósofos, él «aterrizó
desde el espacio». (Se sentó en el último
extremo de uno de los
finos pelos de la piel del conejo.) Le
extrañó cómo todos los
fenómenos de la naturaleza podían ser tan
iguales entre ellos, y
llegó a la conclusión de que debía de haber
un reducido número
de moldes que se encuentran «detrás de» todo
lo que vemos a
nuestro alrededor. A estos moldes Platón los
llamó Ideas. A estos
moldes Platón los llamó Ideas. Detrás de
todos los caballos,
cerdos y seres humanos, se encuentra la
«idea de caballo», la
«idea de cerdo» y la «idea de ser humano».
(De la misma manera
que el pastelero antes mencionado puede
tener pastas con forma
de hombres, de cerdos y de caballos; pues un
buen pastelero
tendrá más de un molde. No obstante, basta
con un solo molde
para cada clase de pastas.)
Conclusión: Platón pensaba que tenía que
haber una realidad
detrás «del mundo de los sentidos», y a esta
realidad la llamó el
mundo de las Ideas. Aquí se encuentran las
eternas e inmutables
«imágenes modelo», detrás de los distintos
fenómenos con los
que nos topamos en la naturaleza. A este
espectacular concepto
lo llamamos la teoría de las Ideas de
Platón.
El conocimiento seguro
Hasta aquí me habrás seguido, querida Sofía.
Pero a lo mejor te
preguntas si Platón pensaba así de verdad.
¿Pensaba
verdaderamente que tales moldes existen en
una realidad
completamente diferente?
No lo opinó tan literalmente durante toda su
vida, pero, al menos
en algunos de sus diálogos hay que
entenderlo así. Intentaremos
seguir su argumentación.
Como ya he dicho, el filósofo intenta captar
algo que sea eterno e
inmutable. No resultaría muy útil escribir
una tesis filosófica
sobre, digamos, la existencia de una
determinada pompa de
jabón. En primer lugar, no habría tiempo
para estudiarla bien
antes de que desapareciera de pronto, y, en
segundo lugar, seria
difícil vender una tesis filosófica sobre
algo que nadie ha visto, y
que, además, sólo ha existido durante cinco
segundos.
Platón pensaba que todo lo que vemos a
nuestro alrededor en la
naturaleza, es decir, todo lo que podemos
sentir y tocar, puede
compararse con una pompa de jabón. Porque
nada de lo que
existe en el mundo de los sentidos
permanece. Evidentemente,
sabes que todos los seres humanos y todos
los animales se
disuelven y mueren, antes o después. Pero
incluso un bloque de
mármol se altera y se desintegra lentamente.
(¡La Acrópolis está
en ruinas, Sofía! Escandaloso, digo yo, pero
ésa es la realidad.)
Lo que dice Platón es que no podemos saber nada
con seguridad
sobre algo que cambia constantemente. Sobre
lo que pertenece al
mundo de los sentidos, es decir, lo que
podemos sentir y tocar,
sólo podemos tener ideas o hipótesis poco
seguras. Sólo
podemos tener conocimientos seguros de
aquello que vemos con
la razón.
De acuerdo, Sofía, me explicaré mejor. Una
sola pasta con figura
de hombre puede resultar tan imperfecta,
después de todos los
procesos de elaboración, que resulte difícil
ver lo que pretende
ser. Pero después de haber visto veinte o
treinta pastas de ese
tipo, que pueden ser más o menos perfectas,
sabré con mucha
certeza como es el molde, incluso aunque
nunca lo haya visto.
Ni siquiera es seguro que conviniera ver el
propio molde con los
ojos, pues no podemos fiarnos siempre de
nuestros sentidos. La
propia facultad visual puede variar de una
persona a otra. Sin
embargo, podemos fiarnos de lo que nos dice
la razón, porque la
razón es la misma para todas las
personas.
Si te encuentras en un aula del colegio en
compañía de otros
treinta alumnos, y el profesor pregunta cuál
es el color más
bonito del arco iris, seguramente obtendrá
muchas respuestas
diferentes. Pero si os pregunta cuánto es 8
por 3, entonces la
clase entera debe llegar al mismo resultado,
pues, en este caso,
se trata de un juicio emitido por la razón,
y, de alguna manera, la
razón es lo contrario de las opiniones y los
pareceres. Podríamos
decir que la razón es eterna y universal
precisamente porque
sólo se pronuncia sobre asuntos eternos y
universales.
A Platón le interesaban mucho las
matemáticas, porque las
relaciones matemáticas jamás cambian. Por lo
tanto, es algo
sobre lo que tenemos que tener conocimientos
ciertos. Veamos
un ejemplo: imagínate que te encuentras en
la naturaleza con
una piña completamente redonda. A lo mejor
dices que te
«parece» redonda, mientras que tu amiga
Jorunn dice que está
un poco aplastada por un extremo. (¡Y
empezáis a pelearos!)
Pero no podéis tener conocimientos seguros sobre
algo que veis
con los ojos. Por otra parte, podéis estar
totalmente seguras
de que la suma angular de un círculo es 360º. En
este caso,
os pronunciáis sobre un círculo ideal, que a lo
mejor no se
encuentra en la naturaleza, pero que, en
cambio, es fácil de
visualizar en la cabeza. (Estáis diciendo
algo sobre el molde
de las pastas, y no sobre una pasta cualquiera
de la mesa de la
cocina.)
Hagamos un breve resumen: sólo podemos tener
ideas vagas
sobre lo que sentimos, pero sí podemos
conseguir conocimientos
ciertos sobre aquello que reconocemos con la
razón.
La suma de los ángulos de un triángulo es 180º
siempre.
De la misma manera, la “idea” de caballo tendrá cuatro
patas,
aunque todos los caballos del mundo de los sentidos
se
volviesen cojos.
Un alma inmortal
Acabamos de ver que Platón pensaba que la
realidad está
dividida en dos. Una parte es el mundo de los sentidos ,
sobre
el que sólo podemos conseguir conocimientos
imperfectos
utilizando nuestros cinco sentidos (aproximados e
imperfectos).
De todo lo que hay en el mundo de los sentidos, podemos
decir
que «todo fluye» y que nada permanece. No hay nada que
sea
en el mundo de los sentidos, solamente se trata de un
montón de
cosas que surgen y perecen.
La otra parte es el mundo de las Ideas ,
sobre el cual podemos
conseguir conocimientos ciertos, mediante la
utilización de la
razón. Por consiguiente, este mundo de las
Ideas no puede
reconocerse mediante los sentidos. Es el
Mundo de lo que “es”.
Por otra parte, las Ideas son eternas e
inmutables.
Según Platón, el ser humano también esta
dividido en dos partes.
Tenemos un cuerpo que «fluye», y que, por lo
tanto, está
indisolublemente ligado al mundo de los
sentidos, y acaba de la
misma manera que todas las demás cosas
pertenecientes al
mundo de los sentidos (como por ejemplo una
pompa de jabón).
Todos nuestros sentidos están ligados a
nuestro cuerpo y son,
por tanto, de poco fiar. Pero también
tenemos un alma inmortal,
la morada de la razón. Precisamente porque
el alma no es
material puede ver el mundo de las Ideas.
Las Ideas son eternas
e inmutables.
Ya he dicho casi todo. Pero hay algo más,
Sofía. ¡Te digo que HAY
ALGO MÁS!
Platón pensaba, además, que el alma ya
existía antes de meterse
en un cuerpo. Érase una vez cuando el alma
se encontraba en el
mundo de las Ideas. (Estaba en la parte de
arriba del armario,
junto con todos los moldes para las pastas.)
Pero en el momento
en que el alma se despierta dentro de un
cuerpo humano, se ha
olvidado ya de las Ideas perfectas.
Entonces, algo comienza a
suceder, se inicia un proceso maravilloso.
Conforme el ser
humano va sintiendo las formas en la
naturaleza, va teniendo un
vago recuerdo en su alma. El ser humano ve
un caballo, un
caballo imperfecto, pero eso es suficiente
para despertar en el
alma un vago recuerdo del «caballo» perfecto
que el alma vio en
el mundo de las Ideas. Con esto, se
despierta también una
añoranza de regresar a la verdadera morada
del alma. A esa
añoranza Platón la llama eros, que significa
«amor». Es decir, el
alma siente una «añoranza amorosa» por su
verdadero origen.
A partir de ahora, se vive el cuerpo y todo lo
sensible como algo
imperfecto e insignificante. Sobre las alas
del amor volará el
alma «a casa», al mundo de las Ideas, donde
será librada de la
«cárcel del cuerpo».
Me apresuro a recalcar que lo que Platón
describe aquí es un
ciclo humano ideal, pues no todos los seres
humanos dan rienda
suelta al alma y permiten que inicie el
viaje de retorno al mundo
de las Ideas. La mayoría de las personas se
aferra a los “reflejos”
de las Ideas en el mundo de los sentidos.
Ven un caballo y otro
caballo, pero no ven aquello de lo que todos
los caballos son
solamente malas copias. (Entran corriendo en
la cocina y se
lanzan sobre todas las pastas, sin
preguntarse siquiera de dónde
proceden esas pastas.) Lo que describe
Platón es el «camino de
los filósofos». Su filosofía puede
entenderse como una
descripción de la actividad
filosófica.
Cuando ves una sombra, Sofía, también tú
pensarás que tiene
que haber algo que la origina. Ves la sombra
de un animal.
Quizás sea un caballo, piensas, sin estar
del todo segura. Luego
te giras y ves el verdadero caballo, que es
infinitamente más
hermoso y su silueta mucho más nítida que la
inestable “sombra
del caballo”. PLATÓN OPINABA QUE, DE LA
MISMA MANERA,
TODOS LOS FENÓMENOS DE LA NATURALEZA
SON
SOLAMENTE SOMBRAS DE LOS MOLDES O IDEAS
ETERNAS.
No obstante, la gran mayoría de los seres humanos está
satisfecha con su vida entre las sombras. No piensan en que
tiene que haber algo que origina las sombras. Creen que las
sombras son todo, no viven las sombras como sombras.
Con ello, también se olvidan de
la inmortalidad de su
propia alma.
El camino que sube de la oscuridad de
la caverna
Platón cuenta una parábola que ilustra
precisamente lo que
acabamos de describir. La solemos llamar el
mito de la caverna
La contaré con mis propias palabras.
Imagínate a unas personas que habitan una
caverna subterránea.
Están sentadas de espaldas a la entrada,
atadas de pies y manos,
de modo que sólo pueden mirar hacia la pared
de la caverna.
Detrás de ellas, hay un muro alto, y por
detrás del muro caminan
unos seres que se asemejan a las personas.
Levantan diversas
figuras por encima del borde del muro.
Detrás de estas figuras,
arde una hoguera, por lo que se dibujan
sombras flameantes
contra la pared de la caverna. Lo único que
pueden ver esos
moradores de la caverna es, por tanto, ese
«teatro de sombras».
Han estado sentados en la misma postura
desde que nacieron,
y creen por ello, que las sombras son lo único
que existe.
Imagínate ahora que uno de los habitantes de
la caverna
empieza a preguntarse de dónde vienen todas esas
sombras
de la pared de la caverna y, al final, consigue
soltarse.
¿Qué crees que sucede cuando se vuelve hacia las figuras
que son sostenidas por detrás del muro?
Evidentemente, lo primero que ocurrirá es que la
fuerte luz le cegará. También le cegarán las
figuras nítidas, ya
que, hasta ese momento, sólo había visto las
sombras de las
mismas. Si consiguiera atravesar el muro y
el fuego, y salir a la
naturaleza, fuera de la caverna, la luz le
cegaría aún más.
Pero después de haberse restregado los ojos, se
habría dado
cuenta de la belleza de todo. Por primera vez,
vería colores
y siluetas nítidas. Vería verdaderos animales y flores,
de los
que las figuras de la caverna sólo eran malas
copias.
Pero, también entonces se preguntaría a sí mismo de dónde
vienen todos los animales y las flores. Entonces vería el sol
en el cielo, y comprendería que es el sol el que da vida a
todas las flores y animales de la naturaleza, de la misma
manera que podía ver las sombras en la caverna
gracias a la hoguera.
Ahora, el feliz morador de la caverna podría
haberse ido
corriendo a la naturaleza, celebrando su
libertad recién
conquistada. Pero se acuerda de los que
quedan abajo en la
caverna. Por eso vuelve a bajar. De nuevo
abajo, intenta
convencer a los demás moradores de la
caverna de que las
imágenes de la pared son sólo copias
centelleantes de las cosas
reales. Pero nadie le cree. Señalan a la
pared de la caverna
diciendo que lo que allí ven es todo lo que
hay. Al final lo matan.
Lo que Platón describe en el mito de la
caverna es el camino que
recorre el filósofo desde los conceptos
vagos hasta las
verdaderas ideas que se encuentran tras los
fenómenos de la
naturaleza. Seguramente también piensa en
Sócrates, a quien
mataron los «moradores de la caverna» porque
hurgaba en sus
ideas habituales, queriendo enseñarles el
camino hacia la
verdadera sabiduría. De ese modo, el mito de
la caverna se
convierte en una imagen del valor y de la
responsabilidad
pedagógica del filósofo.
Lo que quiere señalar Platón es
que la relación entre la oscuridad
de la caverna y la naturaleza
del exterior corresponde a la
relación entre los moldes de la
naturaleza y el mundo de las
Ideas. No quiere decir que la
naturaleza sea triste y oscura, sino
que es triste y oscura comparada
con la claridad de las Ideas.
Una foto de una muchacha hermosa
no tiene por qué resultar
oscura y triste, más bien al
contrario, pero sigue siendo sólo una
imagen.
El Estado
filosófico
El mito de la caverna de Platón
lo encontramos en el diálogo La
República, en el que Platón nos
proporciona una imagen del
«Estado ideal». Es decir, un
Estado modelo imaginario, o, lo que
se suele llamar, un Estado
«utópico». Brevemente, podemos decir que Platón piensa que el Estado debe ser
gobernado por los
filósofos. Al explicar el por
qué, toma como punto de partida la
composición del ser
humano.
Según Platón, el cuerpo humano
está dividido en tres partes:
cabeza, pecho y vientre. A cada
una de estas partes le
corresponde una habilidad del
alma. A la cabeza pertenece la
razón, al pecho la voluntad, y
al vientre, el deseo. Pertenece,
además, a cada una de las tres
habilidades del alma un ideal o
una «virtud». La razón debe
aspirar a la sabiduría, la voluntad
debe mostrar valor, y al deseo
hay que frenarlo para que el ser
humano muestre moderación.
Cuando las tres partes del ser
humano funcionan a la vez como
un conjunto completo,
obtenemos un ser humano
armonioso u honrado. En la escuela,
lo primero que tiene que
aprender el niño es a frenar el deseo,
luego hay que desarrollar el
valor, y finalmente, la razón
obtendrá sabiduría.
Platón se imagina un Estado
construido exactamente de la misma manera que un ser humano. Igual que el
cuerpo tiene cabeza, pecho y vientre, el Estado tiene
gobernantes, soldados y
productores (granjeros, por
ejemplo). Es evidente que Platón
emplea la ciencia médica griega
como ideal. De la misma manera
que una persona sana y armoniosa
muestra equilibrio y
moderación, un Estado «justo» se
caracteriza por que cada uno
conoce su lugar en el
conjunto.
Como el resto de la filosofía de
Platón, también su filosofía del
Estado se caracteriza por su
racionalismo. Es decisivo para crear
un buen Estado que sea gobernado
por la razón. De la misma
manera que la cabeza dirige el
cuerpo, tiene que haber filósofos
que dirijan la
sociedad.
Intentemos una sencilla
exposición de la relación entre las tres
partes del ser humano y del
Estado:
Cuerpo---------- Alma---------
Virtud----------- Estado
cabeza----------- razón
---------sabiduría---------gobernantes
pecho------------voluntad
-------- valor-------------soldados
vientre
-----------deseo--------- moderación------ productores
El Estado ideal de Platón puede
recordar al antiguo sistema
hindú de las castas, en el que
cada uno tiene su función
determinada para el bien del
conjunto. Desde los tiempos de
Platón, y desde más antiguo aún,
el sistema hindú de castas ha
tenido la misma división en
tres: la clase dominante (o la clase de
los sacerdotes), la casta de los
guerreros y la de los productores.
Hoy en día, es probable que
llamáramos al Estado de Platón
Estado Totalitario. Pero merece
la pena señalar que él opinaba
que las mujeres podían ser
gobernantes del Estado, igual que los
hombres, precisamente porque los
gobernantes gobernarían el
Estado en virtud de su razón. El
pensaba que las mujeres tienen
exactamente la misma capacidad
para razonar que los hombres,
si reciben la misma enseñanza y
son liberadas de cuidar a los
niños y de las tareas
domésticas. Platón quería suprimir la
familia y la propiedad privada
para los gobernantes y soldados
del Estado. Y la educación de
los niños era algo tan importante
que no podía ser confiada a
cualquiera. Tendría que ser
responsabilidad del Estado
educar a los niños.
(Fue el primer filósofo que habló en favor de un sistema
público
de guarderías y colegios.)
Tras haber vivido unas grandes
desilusiones políticas, Platón
escribió el diálogo Las leyes,
en el que describe «el Estado legal»
como el segundo mejor Estado.
Ahora se muestra partidario de la
propiedad privada y las ataduras
familiares. De esa manera, se
reduce la libertad de la mujer.
Pero dice que un Estado que no
educa ni entrena a sus mujeres
es como un ser humano que sólo
hace ejercicio con el brazo
derecho.
Por regla general, podemos decir
que Platón tenía una visión
positiva de las mujeres, al
menos si tenemos en cuenta la época
en la que vivió. En el diálogo
El banquete, es una mujer, Diótima,
la que proporciona conocimientos
filosóficos.
Ése fue Platón, Sofía. Durante
más de dos mil años, la gente ha
discutido y criticado su extraña
teoría de las Ideas. El primero
fue su propio alumno en la Academia. Su nombre
era Aristóteles,
el tercer gran filósofo de Atenas. ¡No digo
nada más!.
MARDAM
FUENTE: http://mentefilosofica.blogspot.com/
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