Se acaba el año y es muy común que la mayoría de personas haga un balance del resultado de sus acciones a lo largo de los doce últimos meses.
Objetivos cumplidos o incumplidos, éxitos y fracasos en distintos campos, problemas esperados o inesperados, errores garrafales y aciertos forman parte de ese balance personal que se debe realizar para tener un marco teórico sólido que nos sirva de conocimiento para recargar baterías y progresar el año que empieza.
Los nuevos propósitos y objetivos del siguiente año serán sin duda mejor planteados si primero se ha hecho un análisis exhaustivo y objetivo de nuestras fallas en el transcurso del año que se va.
En el aspecto amoroso, quizás faltó una mayor empatía con la pareja, en el ámbito laboral no se dio ese último esfuerzo para ser más productivo, en el aspecto económico probablemente se pudieron tomar mejores decisiones a la hora de gastar. Todo ello se debe tener en cuenta para que el cambio positivo que uno se propone en el nuevo año dé frutos.
Sin embargo, tener la voluntad de corregir los errores no es suficiente si sólo se está enfocando la vida desde un punto de vista material. Las mejores cosas de la vida están siempre primero en consonancia con el lado espiritual.
Por ello nunca olvidemos antes de empezar un nuevo plan para el año siguiente, dar gracias a Dios o el Universo por todo aquello que se ha recibido durante el año que se va, si bien puede que las cosas no hayan salido del todo bien como queríamos, eso es responsabilidad nuestra, las oportunidades estuvieron allí, así que agradecer por ellas es un deber y la forma ideal de conectarnos con nuestro yo interior.
Dicha conexión es importante porque al sentirnos bien con uno mismo, estamos en mejores condiciones para el cambio positivo. Lejos de lamentarnos de los hechos y experiencias no tan agradables de estos meses, en adelante enfocamos la situación de una manera óptima en la que se aprende y se es más cuidadoso con las palabras y las acciones futuras que nos puedan conducir a nuestros objetivos.
Para lograr los objetivos hay que estar realmente “bien” y eso significa que todos los aspectos de nuestra vida tienen que estar armonizados en la misma sintonía, no hablamos de perfección hablamos de que se debe procurar cuidar cada aspecto para que todo fluya mejor.
Sin duda el año nuevo nos hallará en mejores condiciones si nuestro lado espiritual está por encima del lado físico que nos ha dominado hasta ahora.
Podemos hacerlo, esto no tiene que ver con religiosidad, tiene que ver con aprender a hallar satisfacción personal con nuestro enfoque espiritual.
Ese lado espiritual obviamente es algo que se debe cultivar y empieza por acostumbrar la mente a tener pensamientos sanos y, a la autovigilancia de ideas que permiten desarrollar cualidades y valores como la empatía, la solidaridad y la perseverancia.
Con un enfoque más espiritual en nuestras vidas las experiencias vividas en los años anteriores tienen gran valor, son herramientas útiles para mejorar como persona procurando corregir aquello que se hizo mal y sirven además para extender en una mayor medida todos los logros y aciertos que se consiguieron a lo largo del año que se va.
Feliz año 2014.
Mardam
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HANSI ROJAS (martes, 31 diciembre 2013 19:42)
Importantísima la autoreflexión, para procurar ser mejores siempre, y alcanzar nuestros propósitos!
webmaster (domingo, 24 mayo 2015 14:26)
Muchas gracias Hansi! buen día